“Ignorar la complejidad es, generalmente, una de las características de las ideologías, y sin duda la razón principal de su éxito. Su perspectiva simple y literalista nos promete la liberación de la duda, de la ambigüedad, de la dificultad. Las ideologías se concentran en una única imagen que encarna su lado parcial de la verdad de una forma tan impresionante que paraliza la imaginación del discípulo y la cierra a cualquier otra posibilidad. « Los hechos que no se ajustan, simplemente no son digeridos», escribe Mary Midgley. «Ejemplos de esas imágenes hipnóticas son la lucha de clases en el marxismo, la rata condicionada en el conductismo, el deseo sexual reprimido en el psicoanálisis, y el "gen egoísta" en sociobiología.»
Igual que los dáimones se polarizaron en ángeles y demonios literales, así el literalismo polariza una visión del mundo imaginativa y ambigua en ideologías opuestas, cada una de las cuales cree estar en el lado de los ángeles y demoniza a la otra. El comunismo demoniza al capitalismo, y viceversa. Los cristianos fundamentalistas demonizan a los neodarwinistas, y viceversa. Aunque una ideología crea que ha triunfado sobre su oponente, sigue acosada por los dáimones desde dentro; el capitalista teme a «los rojos que hay bajo la cama», el comunista ve «traidores de clase» por todas partes, el fundamentalista cristiano ve la mano de Satanás en las actividades más inofensivas. Las ideologías propenden al fanatismo porque están cargadas inconscientemente con los dáimones que han negado y los mitos que han repudiado. Están en poder de la sombra proyectada por su propia certeza, como los célebres viejos puritanos cuya negación de la sexualidad los llevó a ver desenfreno en todas partes.
Incluso el liberalismo, que se jacta de su tolerancia, puede demonizar creencias que parecen, por ejemplo, autoritarias. Aun reconociendo su deuda ética con el cristianismo, el liberalismo rechaza sus categorías más desafiantes: el pecado debería ser tratado con psicoterapia, la desespera¬ción espiritual con antidepresivos. Esa criatura oximorónica -el liberal fanático- ve la "incorrección política", como las obras de Satanás, en todas partes; y no admite ningún valor fuera de su propio humanismo secular.”
Patrick Harpur "El fuego secreto de los filósofos"